1. Escasez de oferta de vivienda en alquiler
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En muchas ciudades hay menos viviendas disponibles para alquilar de las que se necesitan.
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Parte de la oferta se ha retirado por la incertidumbre legal, la rentabilidad baja o el traspaso al alquiler turístico.
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Algunos propietarios prefieren vender o dejar la vivienda vacía antes que alquilar en condiciones poco favorables.
2. Alta demanda en zonas urbanas y turísticas
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Las grandes ciudades como Madrid, Barcelona, Málaga o Valencia concentran empleo, universidades y servicios, lo que aumenta la demanda.
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En zonas turísticas (Costa del Sol, Baleares, Canarias), la demanda estacional y extranjera compite con los residentes.
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La movilidad laboral y el aumento de hogares unipersonales también generan presión.
3. Aumento de costes para los propietarios
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La inflación ha encarecido el mantenimiento, los seguros, los impuestos y las reformas necesarias para alquilar una vivienda.
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Algunos arrendadores trasladan estos costes al precio final del alquiler.
4. Conversión de viviendas a alquiler turístico o temporal
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Muchos propietarios optan por plataformas como Airbnb para alquilar por días o semanas, lo que reduce la oferta de alquiler residencial.
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En zonas tensionadas, el alquiler temporal por meses también crece, fuera del marco regulado del alquiler tradicional.
5. Efectos indirectos de la nueva Ley de Vivienda
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Aunque busca proteger al inquilino, la ley ha provocado que algunos propietarios retiren sus viviendas del mercado o suban precios ante el miedo a futuras restricciones.
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La limitación de rentas en zonas tensionadas ha generado un trasvase de demanda a áreas sin topes, encareciendo los precios en estas últimas.
6. Falta de vivienda pública y asequible
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España tiene un porcentaje muy bajo de parque público de alquiler en comparación con otros países europeos.
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La construcción de vivienda social es lenta y limitada, lo que impide aliviar el mercado a corto plazo.
En resumen
Los precios del alquiler suben en España porque hay más demanda que oferta, especialmente en las zonas urbanas y costeras. Las nuevas regulaciones, la falta de incentivos para los propietarios y la conversión a usos turísticos también agravan la situación. Mientras no se aumente la oferta estructural —especialmente de vivienda asequible—, las tensiones en el mercado seguirán.